Desde una fotografía aérea, el edificio en el centro de Miami podría
pasar como un complejo de apartamentos con una gran reserva de agua
potable almacenada en tres tanques.
Pero la imagen es engañosa.
Los tres globos blancos sobre el techo del edificio contienen equipos
de un centro privado de comunicaciones desde donde la Agencia de
Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA) tiene la facultad de
interceptar cualquier mensaje electrónico o llamada telefónica de
América Latina y el Caribe, según el mayor experto en los secretos de
la entidad federal en un libro publicado recientemente.
"Para el 2002 la NSA estaba procesando 650 millones de interceptaciones
diarias de voz y datos, el mismo número de piezas de correo que el
Servicio Postal entrega todos los días en el país», señaló James
Bamford en su libro The Shadow Factory.
Por el inconspicuo edificio de ventanas falsas, pintado en estuco
rosado y amarillo y contiguo a Camillus House, la organización
caritativa miamense que más almuerzos distribuye en la ciudad, pasan
millones de llamadas y correos mensajes electrónicos provenientes de
Centro, Sudamérica y el Caribe.
En el mundo posterior a los atentados del 11 de septiembre y bajo la
abrumadora y legalmente cuestionada guerra electrónica contra el
terrorismo del gobierno del presidente George Bush, estas
impresionantes desembocaduras de comunicaciones de todo el mundo se
convirtieron en un atractivo punto para la pesca de información.
El centro Miami no es una excepción. Las comunicaciones que pasan por
este edificio, propiedad de la firma inmobiliaria Terramark, pueden ser
interceptadas por NSA si así lo requiere la entidad y sin ninguna
autorización judicial, sólo en nombre de la seguridad nacional, según
explica Bamford.
"El montaje de la interceptación es fácil», escribió Bamford, porque
Global Crossing, la empresa que maneja los equipos, está obligada por
contrato con la NSA a poner a disposición de la entidad todas las
instalaciones para el espionaje electrónico.
Según el autor, la empresa "fue forzada a diseñar sus instalaciones para que sean utilizables» en la interceptación federal.
"La NSA tendría acceso virtualmente a todas las comunicaciones en
Centro, Sudamérica y el Caribe, internas y externas, todo en un solo
lugar», agregó.
Tras las paredes de siete pulgadas reforzadas con acero para resistir
los embates de huracanes Categoría cinco, el Punto Nacional de Acceso a
las Américas (NAP), como se conoce la instalación, canaliza el 90 por
ciento del tráfico entre Norte y Sudamérica.
El centro también sirve de nódulo para las comunicaciones hacia Europa.
Al NAP llegan las comunicaciones que recoge un cable subterráneo que le
da la vuelta al continente y que se conoce con el nombre de South
American Crossing (SAC), propiedad de Global Crossing.
El cable pasa por las Islas Vírgenes, desde donde alimenta otro cable
que cubre Centroamérica y el Caribe. Bamford explica que, al llegar a
tierra en una estación en Hollywood, Florida, el SAC se bifurca: una
rama sigue para Nueva York y Europa y la otra llega bajo tierra desde
las playas de Hollywood hasta el 50 NE 9 St. en el centro de Miami.
Bamford, autor del best-seller sobre la misma agencia The Puzzle
Palace, y Body of Secrets, describe en este libro el giro
extraordinario de los servicios de inteligencia estadounidenses a
partir del 11 de septiembre: de los errores garrafales de seguimiento
de los sospechosos de los ataques terroristas al montaje de los equipos
y programas de interceptación de comunicaciones sin la autorización
judicial.
El autor analiza cómo los secuestradores de los vuelos del 11 de
septiembre vivieron y complotaron en Estados Unidos sin levantar
sospechas en los servicios de inteligencia, que tomaban decisiones de
no compartir la información pensando más en los celos profesionales que
en la seguridad nacional.
Bamford se considera uno de analistas más destacados del mundo de la
inteligencia de Estados Unidos. Ha publicados sus investigaciones en
las revistas de los diarios The New York Times, Washington Post y Los
Angeles Times.
La NSA no se ha pronunciado sobre el libro de Bamford.